La Sociedad Hebraica Argentina fue creada en 1926. Esta sociedad es continuación del Centro Juventud Israelita Argentina (CJIA) creado en 1909, de la Asociación Juventud Israelita Argentina (AJIA), sucesora de la anterior, y de la Asociación Hebraica, creada en 1923. La constitución del centro cultural en 1909 no fue más que la repetición local de un fenómeno ordinario de la vida judía en la diáspora a partir del siglo XIX. La mayor parte de los jóvenes que participaron de su creación habían vivido su infancia en las colonias agrícolas judías y migrado a Buenos Aires en busca del ascenso socioeconómico y la integración cultural que la universidad, por un lado, y el comercio, por otro, parecían garantizar.
En 1915 el CJIA da paso a la AJIA y en 1923 se crea una entidad paralela, la Asociación Hebraica, formada por algunos miembros que habían participado en el CJIA.
Mauricio Nirenstein, por esos años vinculado a la Secretaría de la Universidad de Buenos Aires, es quien auspicia la creación de un centro cultural, la Asociación Hebraica, que tiene un éxito inicial asombroso y de la cual fue su primer presidente. A ella asisten Alberto Gerchunoff, León Dujovne, Marcos Satanowsky, Delfín Rabinovich, Salomón Resnick, Max Glucksman, Manuel Bronstein, entre otros. La institución adquiere en poco tiempo gran renombre y prestigio, dentro y fuera de la colectividad. Se crean las bases de una biblioteca judía y argentina y se resuelve editar en castellano la Historia Contemporánea del Pueblo Judío de Simon Dubnow, cuya traducción se encomienda a León Dujovne y Salomon Resnick.
Nirenstein propone traer al país a Albert Einstein.
Se gestiona que la visita sea patrocinada por la Universidad de Buenos Aires.
Esta idea suscita mucho entusiasmo entre los miembros de la Asociación, al mismo tiempo que atrae y estimula las simpatías de la colectividad alrededor de Hebraica.
Hacia 1926, la precaria situación económica en que se encuentran lleva a la fusión de la AJIA con la Asociación Hebraica, dando nacimiento el 16 de abril de 1926 a la SHA, a la cual se suma el Ateneo Estudiantil Israelita.
La composición del primer Consejo Directivo y Consultivo revelan la extracción social y cultural del grupo inicial.
La composición del primer Consejo Directivo y Consultivo revelan la extracción social y cultural del grupo inicial. En su mayoría, personas con profesiones liberales y empresarios junto a nombres fundamentales de los campos culturales judío y no judío, como Alberto Gerchunoff, Salomón Resnick, León Dujovne, Samuel Glusberg y Matías Stoliar. En contraste con la mayor parte del colectivo judío de la época, que, al igual que otros grupos inmigratorios, integraban trabajadores manuales y pequeños comerciantes, los impulsores de la SHA conformaban un grupo con especial interés en el ámbito social, intelectual y cultural. Esta nueva entidad concentró las acciones de difusión cultural de las tres sociedades que la constituyeron. Su sede se ubicó en Callao 348.
Sus propósitos básicos, tal como lo establece el acta fundacional y sus sucesivos estatutos, fueron los siguientes: a) promover la cultura judía, argentina y universal; b) fomentar el espíritu de sociabilidad intelectual; c) formar una biblioteca con especialización en estudios argentinos y judíos; d) promover la educación física y la práctica de deportes; e) propender a la mayor vinculación de la colectividad judía con el ambiente cultural y deportivo del país; f) estrechar los lazos espirituales y culturales con el Estado de Israel; g) actuar como centro comunitario judeo-argentino, atendiendo a las necesidades individuales, familiares e intergrupales de sus miembros, en su integridad psicofísica, social y cultural; h) mantener estrecha vinculación con entidades afines, nacionales y extranjeras.
El nombre «Sociedad Hebraica Argentina» fue promovido por Alberto Gerchunoff en la sesión del 4 de mayo de 1926.
Dijo entonces: «Considero que para calificar al nuevo Centro, su acción en nuestro país y la amplitud que deben inspirar sus propósitos tanto en el orden de las vinculaciones sociales como en el desarrollo de su fin cultural, conviene adoptar un rótulo con prescindencia de toda razón sentimental de cada uno de los elementos originarios que lo componen. A mi juicio, debe llamarse SOCIEDAD HEBRAICA ARGENTINA.» Fue aprobado por unanimidad.
En su sesión del 28 de marzo de 1933, el Consejo Directivo resolvió por unanimidad expresar su indignación por las persecuciones antisemitas en Alemania. La comunidad judía, con la activa participación de Hebraica, organizó en el Luna Park un acto público en repudio.
El entonces presidente de Hebraica, el filósofo León Dujovne, en nombre de la comunidad judía, expresa ante más de 25.000 personas:
«Denuncio la conducta de esos elementos del pueblo alemán y sus círculos oficiales, empeñados en aniquilar a los judíos alemanes… que han enriquecido la cultura alemana y contribuido al progreso de la ciencia y de la economía…»
Esta fue una de las primeras denuncias en el mundo. Además, la SHA envía un telegrama de adhesión a Einstein, con motivo del asalto a su casa.
En los años siguientes, Hebraica se propone continuar la creación y el crecimiento pese a todas las adversidades. En plena II Guerra Mundial, se construye el edificio de 4 plantas en Sarmiento 2233. El edificio contó desde sus inicios con una Sala de Teatro, una Biblioteca, un Gimnasio y un Natatorio.
Simbolizando el aporte de nuestra comunidad a la libertad y la cultura, contra toda forma de antisemitismo y de persecuciones raciales, y el compromiso ante la situación trágica de los judíos en la Europa nazi, Hebraica se convierte en una tribuna de puertas abiertas para intelectuales y artistas locales y extranjeros: Emil Ludwig, Waldo Frank, Nicolás Guillén, Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Stefan Zweig, Bashevis Singer, César Tiempo, Ernesto Sábato, Jorge Luis Borges, José Luis Romero… La nómina es interminable.
En 1943 se inauguran los famosos murales de Hebraica. «La Ofrenda de la Nueva Tierra» de Juan Carlos Castagnino, «Literatura, Artes Plásticas, Música» de Antonio Berni, «La Cultura Dignifica a los Hombres y Hermana a los Pueblos» de Demetrio Urruchúa y «La Familia Hebrea» de Antonio Sibellino. Todas ellas, obras dedicadas al abrazo inmigratorio, a la creación cultural, a la familia hebrea y a la libertad.
La creación artística era concebida como la esperanza de un mundo civilizado.
En 1945 se crea el IDES, Instituto de Estudios Superiores.
Hebraica convoca a distinguidos intelectuales y científicos, varios de ellos desplazados por tiranías en nuestro país. Abraham Rosenvasser (Arqueólogo), director del IDES, Gregorio Weinberg (Historiador), Ernesto Sábato (Escritor), Risieri Frondizi (Educador), Carlos Sánchez Viamonte (Político), Rodolfo Mondolfo (Filósofo), etc. Este proyecto continuó durante la década siguiente.
En el mismo año, Alberto Gerchunoff junto a otros intelectuales miembros de Hebraica, crea la revista literaria "Davar".
Dice Gerchunoff en el N° 1 de la revista:
«La fisonomía de «Davar» estará determinada por la condición de que el arte y la cultura, expresión vital de los pueblos, pueden y deben ser instrumentos para perfeccionar las formas de la convivencia humana».
Nuestra revista convocó y convoca en la actualidad a las mejores firmas de cada época y a jóvenes escritores.
En 1948 Hebraica se une a los festejos por la creación del Estado de Israel. Así comentó el diario «Crítica» este acontecimiento trascendental.
«…El 14 de mayo hombres, mujeres y niños, sin distinción de ideas o de partidos, se reunieron en bulliciosas caravanas, cuya central fue la Sociedad Hebraica Argentina…»
En 1949, se celebran elecciones en Hebraica, de cara a la concreción de un sueño de 2.000 años. Se crea entonces la Campaña Unida. La adhesión o no a sus objetivos determina una división política. Se presentan dos agrupaciones. Se impone la lista Reafirmación Hebraica, de fuerte contenido sionista y apoyo irrestricto a Israel y a la Campaña Unida. Este hecho constituyó un acontecimiento esencial en la vida y la transmisión en esta casa judía. Comienza, entonces, un intercambio histórico, una relación permanente con el Estado de Israel a través de proyectos concretos año tras año.
En los años ’50 se crean los famosos Concursos de Estímulo para Jóvenes Concertistas y Jóvenes Artistas Plásticos. Se premia, por ejemplo, a Julio Le Parc y a Alberto Lisy.
El joven teatro de Hebraica adquiere un nivel excepcional. Heddy Crilla, maestra de actores, se incorpora a la institución. Con ella se forman David Stivel, Sergio Renán, Zulema Katz, Gloria Raines, Moris Slutzky, Gerardo Mazur y tantos más. Luego, otro maestro, Reynaldo D’Amore. Más tarde, el gran David Licht.
En lo deportivo también surgen primeras figuras en formación, en básquet, natación, fútbol de salón, water polo, y Najdorf y Bolbochan en ajedrez. Prácticas deportivas en función del aprendizaje y la ética deportiva. Se crean grupos de pertenencia generacional y por afinidades, y comienzan a funcionar las áreas de Menores, Jóvenes y Adultos.
En estos años comienzan los trabajos para la ampliación del edificio y la construcción de la torre de 13 pisos.
Dos hechos fundamentales y fundantes suceden en la década del ’60. El primero, el 30 de septiembre de 1964, la Asamblea aprueba la compra de una fracción de tierra en Pilar.
Entre varios asociados aportan los montos para la operación. En un clima de celebración, mucho asociados, después, adquieren lotes sin siquiera haberlos visto. Hebraica, garantía de futuro comunitario.
Luego, el movimiento de tierras, la sede social, la división en zona deportiva y residencial. Con el costo del m2 incrementado se financia el área deportiva: vestuarios, sede social, etc. Roberto DeVicenzo inaugura la cancha de Golf y el natatorio es inaugurado con un concierto sinfónico dentro del mismo. Y así sucesivamente, un desarrollo vertiginoso hasta la actualidad. Hoy es una pequeña ciudad a la que concurren miles de socios los fines de semana y en la temporada estival. Una maravilla urbana, desarrollada para el bienestar y la transmisión.
El segundo hecho, en Octubre de 1968, la SHA inaugura una sala de teatro, orgullo para la ciudad de Buenos Aires, el Teatro SHA, con 1.000 localidades y una increíble acústica. De acuerdo a la tradición, se inaugura con un concierto sinfónico de la Sinfónica Nacional, dirigido por Teodoro Fuchs. Luego, el primer estreno: «El Campo» de Griselda Gambaro, con Inda Ledesma, Lautaro Murúa y Ulises Dumont, dirigidos por Augusto Fernándes. Premiada por la crítica. Enseguida, «Gente de Teatro», grupo dirigido por David Stivel, estrena «Todo en el Jardín» de Edward Albee. A continuación, Cia. de Buenos Aires dirigida por Sergio Renán, estrena «Las Criadas» de Jean Genet. El Teatro SHA representa al «Teatro de Autor» en un nivel superlativo. «Localidades agotadas» era un hecho común en nuestra boletería.
En 1969, David Ben Gurión visita el Teatro SHA en un acto público organizado por el KKL.
En los años ’70 Hebraica atraviesa un cambio estructural, apuntando a profundizar la transmisión y el concepto de centro comunitario. Se crea el cargo de Director Ejecutivo. Lo asume Alberto Senderey, responsable profesional de la nueva Hebraica.
Se crean los Departamentos de Adultos por edades y características sociales; el Departamento de Educación Creativa y de Educación Física. Hebraica se constituye en un lugar de formación para cada edad, de desarrollo del trabajo grupal, del trabajo educativo en grupos en el Dpto. de Juventud y en las escuelas deportivas. Una verdadera revelación. En eso estuvimos. En eso estamos. Creación y desafío permanentes. Esa es la tarea. En consonancia con estos nuevos desafíos se crea la Escuela de Madrijim en 1978. El objetivo esencial es la formación de nuestros adolescentes y jóvenes. Lo formal judío en un encuadre institucional no formal, llevado a un compromiso activo. Teoría y experiencia de campo en una etapa en la que el joven está eligiendo caminos, junto a respuestas judías posibles para los desafíos de cada época. La Escuela de Madrijim es un compromiso activo y permanente con la vida judía y sus valores.
Dos personalidades ilustres visitaron Hebraica por esos años. Shimón Peres en 1970 e Itzjak Rabin en 1974. Ambos fueron nombrados «Socios Honorarios.»
Durante los años trágicos de la dictadura cívico militar, Hebraica fue una suerte de oasis en el cual se respiraba libertad. En forma secreta se ayudó a varios socios y empleados amenazados a salir del país. En el Teatro, se escondían durante horas a jóvenes estudiantes de las facultades cercanas, para resguardarlos de la persecución policial. Se protegió todo lo posible la libertad de expresión y, por otro lado, las formas de protección, ante la barbarie circundante.
Todas las programaciones se desarrollaron y en la Cinemateca se exhibieron films cedidos por embajadas, obviando la censura imperante. Como reconocimiento, Leopoldo Torre Nilsson pidió ser velado en el Teatro SHA. Hebraica y la Cinemateca fueron elogiadas por semejante actitud.
En plena dictadura, se desarrollaba en el Teatro SHA un brindis de Rosh Hashaná, un «Lejaim» por el retorno de la Libertad, por la paz en Medio oriente y por la protección de la cultura. Se mantuvo durante varios años, junto con las Mesas del Vino, como expresión de libertad creadora.
La década del ’80 fue la década del retorno de la democracia. El aire viciado y nefasto de la dictadura no contaminó Hebraica. Ante el llamado del presidente Raúl Alfonsín, Hebraica fijó su posición pública en defensa de la democracia y la libertad.
En 1986, en el marco del 60° aniversario de Hebraica, recibimos la visita del primer presidente constitucional, luego de la dictadura.
Dijo entonces el Dr. Alfonsín:
«…El primer judío que llegó a nuestra tierra para acariciarla con el arado, vio aquí un lugar de esperanza… sentó las bases de un encuentro de culturas que se amalgamarían en el reclamo común por la libertad y la dignidad…»
Como venía haciéndolo desde sus orígenes, Hebraica recibe a importantes personalidades de diferentes ámbitos de la cultura, el arte y el conocimiento.
En 1982, Vinicius de Moraes, creador de canciones inolvidables, se presenta en el Teatro SHA para hablar del amor, ante una multitud que lo ovaciona de pie.
En 1985, la visita inolvidable de Simone Veil.
Sobreviviente de Auschwitz, ex-Presidente del Parlamento Europeo y Ministra de Salud.
Dijo entonces en nuestro Teatro SHA:
«Reflexionemos sobre nuestro pasado para que nuestros hijos no lo conozcan como futuro».
- En 1986 Hebraica invita a uno de los más famosos y comprometidos luchadores contra la drogadicción, autor del libro «No hay drogados felices», el Dr. Claude Olievenstein.
- En 1987, Hebraica recibe al padre dominico Marcel Dubois, ciudadano israelí, Ex -Decano de la Facultad de Filosofía de la Universidad Hebrea de Jerusalem. Dijo en nuestra casa: «Hay que superar 20 siglos de confusión», a propósito de las relaciones judeo-cristianas. «El pobre es aquel a quien no se escucha… yo sé que uno de los largos tormentos del alma judía en su largo errar a través de los siglos, es el no haber sido escuchado…», comparando teológicamente la crucifixión con la Shoah.
En el ámbito de las danzas israelíes, Hebraica fue pionera y difusora desde la década del ’60 y fue representada durante décadas por un conjunto estable de importante prestigio: «Darkeinu». Varias de las giras realizadas culminan con su presentación en Rusia en 1990. Bailar la identidad judía a través de las coreografías de nuestro conjunto, produce emoción y reconocimiento. Así fue en Rusia. Por supuesto, la historia continúa.
En 1989, un acontecimiento conmovedor: la visita de Claude Lanzmann.
Héroe de la resistencia durante el nazismo, director, junto a Sartre de «Les Temps Modernes» y realizador del notable documental, «Por qué, Israel».
Responsable del film «Shoah», considerado como el más profundo testimonio sobre el Holocausto, de 9 ½ horas de duración.
Fue invitado junto con la Cinemateca Argentina para el estreno de «Shoah» en nuestro teatro.
Los ’90 fueron los años de dos tragedias que golpearon violentamente a la comunidad judía y a la sociedad argentina en su conjunto.
El 17 de marzo de 1992 un ataque terrorista en Buenos Aires destruye la casona de Arroyo 910. Muertos y heridos graves, dentro y fuera de la Embajada. Escombros, asombro y desolación. En Hebraica la repercusión es impresionante, envuelta en duelo y rabia. Nuestros socios ofrecen colaboración y apoyo a los miembros de la Embajada en la sede del Instituto de Intercambio Argentino-Israelí. Nuevamente el terrorismo elige Buenos Aires. La AMIA. El edificio emblemático de Pasteur 633, corazón de la comunidad judía. El 18 de julio es destruida por un nuevo atentado.
(No se elige al azar. No hubo investigación para la Embajada. Se daban todas las condiciones para seguir destruyendo vidas y entidades representativas. El reino de la impunidad, pero ahora en una trama perversa de gobernantes y dirigentes).
Hebraica se transforma en un enorme espacio solidario de ayuda. El hall es una farmacia gigantesca que responde a urgencias las 24 horas. Decenas de socios, autos particulares, profesionales de la salud, de guardia permanente. AMIA, una tragedia argentina. Justicia: ausente sin aviso.
En 1992 Hebraica desarrolla en la Argentina un extraordinario programa originado en Israel: Marcha por la Vida. Se trata de la experiencia de campo que toda persona de cualquier origen, judío o no, debería realizar. Marcha por la Vida es un ejemplo insustituible de la práctica educativa como un proceso que permite aspirar a un mundo mejor. Se compone de la visita a los campos de exterminio nazis en Polonia y luego, la visita a Israel, coincidiendo con la celebración de su Independencia. Marcha por la Vida deja una señal permanente, que da cuenta del valor y de la categoría sagrada de la vida humana. Hebraica, cada año, desde 1992, organiza este trascendental acto educativo por la dignidad humana.
Reponiéndose de la tragedia, al año siguiente, Hebraica y la Universidad de Palermo invitan a Buenos Aires a una figura excepcional. Elie Wiesel, sobreviviente de Auschwitz, Premio Nobel de la Paz y humanista del siglo XX. Un hombre al que es necesario conocer, escuchar y polemizar con él. En su visita a Buenos Aires desarrolló una intensísima actividad, sobre todo con jóvenes estudiantes. Ferviente sostenedor y defensor del diálogo, sus reflexiones en torno al mundo que vivimos, tenían una temperatura que ayudaba a abrir caminos, establecer metas, reorganizar la ética diezmada por el consumo y el personalismo.
Hebraica no fue ajena a las crisis de la sociedad argentina. En el 2001 se propone enfrentar la crisis con el objeto de contener y proteger a sus socios. Se proponen espacios creativos para dar cuenta de la crítica situación social en el país, para reflexionar y tomar decisiones que disminuyan el impacto de los acontecimientos. Ej: Sintomatología de los perjudicados. Irse o quedarse en el país. Asesoramiento por profesionales en tiempos de crisis. Cómo preservar valores éticos. Hebraica solidaria con las cuotas y los servicios, y las actividades abiertas para toda la familia.
En 2006, 12 años después del atentado a la AMIA, Hebraica decide transformar de manera creativa los bloques de protección.
El objetivo es privilegiar la vida y la creación, frente a la imagen negativa de las protecciones de cemento. Se hace a través de una obra escultórica: «La Hermandad Entre los Pueblos» creada por el escultor Leo Vinci. La palabra PAZ en distintos idiomas, incluidos el hebreo y el árabe, dentro de un pentagrama ondulante. Obra única en el país y posiblemente en el mundo.
En 2006 también y en el marco del 80° aniversario, por primera vez Hebraica distingue con el Premio Moisés a quienes se destacaron en la creación, en la defensa de los derechos humanos y en el compromiso con el Estado de Israel. Entre otros, a Sergio Renán, Cipe Lincovsky, Estela de Carlotto, Janán Nudel, Adolfo Smolarz, León Dujovne (z´l), Daniel Burman, etc.
En 2007, una obra gigantesca revaloriza la Sede Pilar. Se inaugura el Gimnasio «Medinat Israel». Una necesidad largamente esperada. Un moderno gimnasio para la práctica de deportes y desarrollo de acontecimientos. Con nuevos vestuarios lindantes y una capacidad para más de 1000 personas. Un nuevo orgullo.
Por esos días, el Teatro Colón cierra sus puertas para realizar obras proyectadas para la sala, el escenario y la mayoría de sus dependencias. El coro estable, el ballet estable y el coro de niños son albergados por Hebraica durante más de 3 años. Más de 200 personas, diariamente, en nuestra casa, ensayando y facilitando, a través de todos los medios posibles, el desarrollo creativo de los distintos elencos. Aún hoy continúa con una excelente relación en el marco artístico.
«¿Por qué Israel?» Las respuestas no son turísticas. En 2008, Hebraica crea el programa Bekeff para conocer en profundidad el Estado de Israel e incorporarlo definitivamente al desarrollo de nuestra identidad. Es el compromiso concreto y emocional de transmitir el presente que nos une con la tierra del pueblo judío. Cada año, desde entonces, se renueva esta singular y necesaria experiencia.
Después de intensas gestiones, en 2010, Hebraica cede a dos reconocidos empresarios el Teatro SHA por el término de cinco años. El compromiso: dejar la sala en perfectas condiciones de uso, haciéndose cargo de los trabajos pertinentes: butacas, escenario, baños, hall de entrada, marquesina y personal necesario. La programación artística tiene, desde el comienzo, excelente respuesta pública.
En 2012 renace en nuestra casa una actividad que fuera orgullo de la comunidad, la «Feria del Libro Judío», tratando de volver a vincular a la gente con el libro y la lectura de temáticas y autores judíos. Fueron 12 stands durante 10 días con variadas actividades culturales. Centenares de personas y buenas ventas de libros por parte de los expositores. Se llevaron a cabo 4 ediciones, entre los años 2012 y 2015.
En 2013, Hebraica participa por primera vez de "La Noche de los Museos."
Una notable experiencia artística organizada por el Gobierno de la Ciudad y con la participación de más de 200 entidades de Buenos Aires.
Este acontecimiento tuvo una fuerte repercusión pública y se realizaron numerosas visitas guiadas a los famosos murales de Hebraica.
La participación de Hebraica en «La Noche de los Museos» continúa hasta la actualidad.
Ante la paulatina disminución de la concurrencia de asociados a la sede Sarmiento, en 2015 la Asamblea de socios de Hebraica decide la venta de la torre, desde el piso 5° al 13°, prácticamente deshabitados. El SUTERH adquirente, destinará esos espacios a la ampliación de sus programas universitarios. Los montos correspondientes se destinaron a obras y arreglos imprescindibles en ambas sedes.
Como parte de pago, Hebraica recibe un edificio de cuatro plantas que se destinó a la creación de una nueva sede en el barrio de Belgrano (Ciudad de la Paz 1062), donde residen muchos de nuestros asociados. Hebraica, por un lado, deja de afrontar un gasto enorme de mantenimiento en superficies sin uso alguno y, por el otro, concreta una necesidad edilicia largamente postergada para llevar su creatividad y propuestas a una geografía urbana mucho más apta. Un desafío que acerca el futuro al tiempo actual.
Los sueños y la realidad distan de ser imposibles.