Cambiando nuestro pasado

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Por el Rab. Claudio Jodorkovsky

Basado en un dvar Torá del Rabino Harold Kushner

Desde niño que he tenido la fantasía de poder viajar en el tiempo… Seguramente más de alguno de ustedes habrá tenido esa misma fantasía. Poder tomar algún tipo de máquina del tiempo, viajar por los años y ver cómo será nuestra vida dentro de 20 ó 30 años. Cuando era bien niño me intrigaba, por ejemplo, saber cómo iba a ser eso del año 2000. Hacía cuentas permanentemente para saber cuántos años tendría con la llegada del nuevo mileno y fantaseaba con saber con quién estaría en ese momento, si ya estaría casado o si ya tendría hijos. En especial, más que con la posibilidad de ser transportado hacia el futuro, fantaseaba con poder viajar al pasado y poder cambiar esas cosas de las que todos siempre nos arrepentimos… Un regaño de los papás, el vidrio roto del vecino, esa travesura en el colegio que significó algo más que un simple castigo… o el día en que sabíamos que teníamos que hacer algo, pero la pena fue más que el coraje y perdimos esa gran oportunidad. ¡Qué ganas de volver al pasado y cambiarlo! Si tan solo pudiésemos retroceder en el tiempo y hacer ese pequeño cambio, ese breve segundo donde la embarramos, ese cambio tan pequeño, pero tan significativo… Estoy seguro de que todos quisiéramos tener esa segunda oportunidad… es más, si venimos especialmente a la sinagoga en estos Iamim Noraim, Rosh Hashaná y Iom Kipur, es porque estamos dispuestos a reconocer que durante este último año cometidos bastantes errores, nos lamentamos por ellos y quisiéramos cambiarlos. Ese proceso de arrepentimiento, que no es solo un ejercicio intelectual y que nos hace pensar ¡Qué daría por haberlo hecho!… es lo que los judíos llamamos teshuvá… arrepentirnos, pero un arrepentimiento que implica cambio y reparación. En estos días los judíos de todo el mundo nos congregamos justamente porque somos capaces de identificar situaciones en nuestras vidas a las que quisiéramos retroceder para vivirlas de otra forma… palabras que dijimos que quisiéramos haber podido guardar, decisiones que no tomamos y de las que ahora nos arrepentimos. El Rabino Iosef Soloveitchik, durante muchos años el máximo representante de la Ortodoxia Moderna en el judaísmo, sostiene en uno de sus ensayos que a diferencia de lo que ocurre con cualquier otra civilización, en el judaísmo tenemos la posibilidad de retroceder al pasado y cambiarlo. Para la mayoría de las culturas, dice Soloveitchik, el tiempo fluye desde ayer a hoy, y desde hoy hacia mañana. El pasado modela, así, al presente y es el presente el que determina el futuro. Causa y efecto: algo ocurrió ayer o el año pasado, o hace 10 años, y por causa de eso algo va a ocurrir hoy, y lo que ocurra hoy va a causar que algo ocurra en el futuro. Es el pasado el que determina el futuro.

Pero en el judaísmo, insiste Soloveitchik, es el futuro el que determina el presente y define el significado del pasado. Por ejemplo, si algo grave le ocurre a una persona, ¿implicará esto que se termine su fe o bien una oportunidad para madurar y aumentar la fe que tenía? Un error que cometiste… ¿será eso un error o bien una oportunidad para aprender? No podemos responder solamente tomando en cuenta lo que ha pasado. Este pasado solo tendrá sentido a la luz de lo que elijamos hacer con él, hoy y mañana… Estamos acá porque todos tenemos cosas por las que nos arrepentimos, lo que dijimos mal, lo que hicimos mal o lo que no hicimos. Según el Rabino Soloveitchik los seres humanos vivimos no tanto de las memorias del pasado sino de la manera en que nuestra visión del futuro viene para ayudarnos. Y permítanme que les grafique esto a través de una breve historia que les aseguro nos puede ahorrar decenas de horas de terapia si la comprendemos bien y el mensaje es que NO SOMOS PRISIONEROS DE NUESTRO PASADO, sino que somos ARQUITECTOS DE NUESTRO FUTURO. Hace unos años murió Nejama Leibowitz, una destacada profesora de la Universidad Hebrea de Jerusalem, conocida por sus impresionantes historias. Cuando murió alguien recordó una de las anécdotas que ella contaba: Durante su juventud, ella era profesora en una escuela para mujeres ortodoxas en Israel y mientras enseñaba a cargo de las niñas de cuarto grado de primaria, un día vino otra profesora y le dijo que se había presentado un problema porque se estaban robando cosas de valor desde el salón de clase de las niñas. Al principio, aclaraba, la situación se toleró porque eran cosas menores, pero ahora se trataba de ropa y también de dinero. ¿Qué fue lo que hizo esta profesora? Juntó a todas las alumnas y les dijo así: Lo que les voy a decir es solo para una persona de esta sala, pero como no sé quién es se los voy a decir a todas: Alguien ha estado robando de sus compañeras, y nosotros, en este colegio nos tomamos estas cosas con gran seriedad. Si las cosas que faltan aparecen en mi escritorio antes de mañana a las 8 de la mañana, consideraré este asunto como terminado. Si esto no ocurre, le advierto a la persona que lo hizo, que después pueden ocurrir dos cosas, y las dos son malas: Puede ser que sigas robando hasta que un día te atrapen, seas avergonzada en público y avergüences a tu familia. O puede ocurrir que sigas robando y nunca seas atrapada y eso incluso puede ser peor, porque entonces cada día de tu vida tendrás que considerarte a ti mismo como una ladrona. Ahora, quiero que consideres esto con mucho cuidado: ¿Eso es lo que quieres, que te consideres a ti misma una ladrona por el resto de tu vida? Los artículos aparecieron a la mañana siguiente en el escritorio de la profesora y los robos se terminaron. ¿Qué aprendemos de esta historia? Que una niña de 10 años decidió que lo que haría con su vida estaría determinado, no por lo que había hecho en el pasado, sino por su visión de cómo le gustaría verse a ella misma en el futuro.

Es la visión del futuro, y no la memoria del pasado, la que determina lo que hacemos en la vida. Y si logramos entender este mensaje, habremos también entendido el significado más importante de estos Iamim Noraim que es el gran poder que tiene la teshuvá. Resulta imposible traducir lo que teshuvá significa en español. Intentamos traducirla como “arrepentimiento” pero realmente es mucho más que eso… No se trata de decir “lo lamento” o simplemente “perdón”. Incluso tampoco se trata de decir “Lo lamento y te prometo que voy a tratar de no hacerlo nunca más”. Teshuvá sería algo así como “Lo lamento. Me veo a mí mismo y no me gusta la persona que era cuando te hice eso. No me gusta ser una persona que es capaz de haberte hecho eso, y no quiero ser esa persona nunca más”. Se trata no solo de asumir responsabilidad por el pasado, implica mirar hacia el futuro y plantear un cambo en quienes somos, no solamente en lo que hicimos. Y a eso se refiere Soloveitchik cuando insiste en que podemos cambiar el pasado… si hacemos verdadera teshuvá y nos planteamos un cambio a futuro, vamos a estar cambiando cualquier sentido que haya tenido nuestro pasado. Lo que ya hiciste no lo vas a poder modificar, pero sí el impacto que esto tiene en tu vida… piensa en cómo cambiarlo y plantéate dos o tres metas para alcanzar ese objetivo. No somos prisioneros de ese pasado, somos arquitectos de nuestro futuro. Haz que lo que pasó adquiera poca importancia, y hazlo con aquello que sí puedes hacer, con las decisiones que tomes de hoy en adelante. Aceptamos la propuesta que nos hace nuestra tradición de hacer teshuvá, estaremos entonces en condiciones de liberarnos de esas cadenas del pasado que nos avergüenzan por aquellos actos que cometimos y de los cuales nos arrepentimos y hubiésemos preferido hacer de otra manera. La tradición judía nos dice en esta noche de Rosh Hashaná que cambiar es posible, que podemos no seguir siendo esa persona que éramos cuando hicimos eso de lo que tanto nos arrepentimos hoy. Podemos liberarnos del pasado solo si comenzamos a pensar en el futuro. Las máquinas del tiempo no existen ni jamás existirán. Y aunque nos guste fantasear con la posibilidad de viajar en el tiempo y vivir nuestra vida por segunda vez, lo que sí tenemos, y es real, es la posibilidad de cumplir con todo lo que nos propusimos, pero nunca pudimos concretar… de modificar y cambiar todo aquello de lo que nos arrepentimos. Tenemos todo el futuro delante de nosotros para ser esa persona que siempre quisimos ser y hasta ahora no hemos sido.

Fuente: bama.org.ar

Mica Hersztenkraut maneja todas las comunicaciones de Hebraica.

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