El pasado sábado 7 de diciembre el Grupo IAJAD organizó una actividad de identidad y transmisión, bajo la consigna «Celebremos juntos Jánuca y Encendamos las Velas de la Esperanza», en el gimnasio Medinat Israel.
Un grupo de mujeres integrantes del grupo llevó a cabo una ceremonia que consistió en el encendido de velas y la posterior lectura de textos referidos a Jánuca.
Luego se convocó al escenario al Director Ejecutivo del Departamento de Adultos y Cultura de Hebraica, Claudio Margules, a encender el shamash.
Aquí les compartimos los textos leídos durante la jornada, junto a los nombres de quienes estuvieron a cargo de su lectura:
1ra. Vela: Paola Kunis: «La Vela del Orgullo y la Identidad Judía»
La menorá de Janucá debería, idealmente, colocarse en la entrada principal de la casa o en una ventana que dé a la calle, para que el milagro de Janucá sea visible y se haga conocido. Cada una de sus pequeñas llamas, brillando en la oscuridad, no sólo ilumina el interior de nuestro hogar, sino que también proclama nuestra identidad judía al mundo exterior. Estas velas son un testimonio de nuestra resistencia y fe, un recordatorio de que Am Israel Jai, «el pueblo judío vive».
Las ocho velas aluden a las ramas del conocimiento humano. Encender la menorá es más que una tradición; es un acto de afirmación de nuestra misión como pueblo: ser «una luz para las naciones».
Es una oportunidad para reflexionar sobre cómo, como comunidad y como individuos, podemos ser un modelo de justicia y sabiduría para nosotros y para quienes nos rodean.
Que la luz de Janucá nos inspire a actuar con integridad y compasión, y a ser un faro de esperanza y fortaleza. Que, al encender cada vela, nos comprometamos a vivir de acuerdo con nuestros valores y a ser un ejemplo positivo para el mundo.
2da. Vela: Clarita Olschanski: «La Vela del Milagro»
La tradición de añadir una vela cada noche durante Janucá refleja cómo el milagro del aceite, que duró más tiempo en el Templo, crecía cada vez más.
Este acto simboliza que nuestra relación con el judaísmo debe ser dinámica y en constante crecimiento. Cada vela no sólo ilumina nuestro hogar, sino que nos invita a profundizar en la historia de Janucá y el milagro de la supervivencia judía.
El pueblo judío ha mantenido viva la esperanza a lo largo de los siglos, preservando su identidad y tradición. Somos portadores de esa esperanza, proclamando resistencia, fe y unidad.
Es nuestro deber fortalecer continuamente nuestra conexión con el legado judío, basándonos en los valores éticos y morales que han guiado nuestra historia.
Que, al encender cada vela, renovemos nuestro compromiso con nuestra herencia y la transmisión de estos valores a las futuras generaciones.
3ra. Vela: Chuni Posternak: «La Vela del Compartir»
Una de las cualidades más especiales de una llama es que, al encender otras, su luz no se reduce, sino que se multiplica. Esto nos recuerda que, al compartir lo que tenemos, no perdemos nada; al contrario, ganamos mucho más. Al dar a los demás, no sólo mejoramos su vida, sino que también enriquecemos la nuestra, creando un mundo más luminoso y lleno de esperanza.
Las velas de Janucá representan esa luz que el judaísmo ofrece al mundo. Son la expresión de nuestra identidad cuando no tememos mostrarla, cuando vivimos con integridad según nuestros principios, y cuando, si es necesario, luchamos por nuestra libertad. Cada vela encendida es un recordatorio de que, al mantenernos fieles a nuestras creencias, podemos iluminar no sólo nuestras vidas, sino también el camino de quienes nos rodean.
Es un buen momento para reflexionar sobre qué acto de generosidad adicional podemos realizar, no con la expectativa de recibir algo a cambio, sino simplemente por el bienestar de los demás. Pensemos en cómo podemos contribuir al mundo de manera desinteresada, haciendo una diferencia positiva en la vida de quienes nos rodean. Al hacerlo, no sólo mejoramos el entorno en el que vivimos, sino que también cultivamos una luz interior que se multiplica en cada acción de solidaridad.
4ta. Vela: Vicky Dayan: «La Vela de la Educación»
En hebreo, la palabra Janucá significa «inauguración», ya que celebramos la re-inauguración del Templo, un acto de renovación y restauración.
Janucá también está vinculada a la palabra hebrea jinuj, que significa «educación». La educación judía no se limita sólo a transmitir conocimientos, sino que tiene como objetivo formar a nuestros hijos para que asuman su papel único dentro de nuestra comunidad y en el mundo.
El judaísmo valora profundamente la independencia como uno de los pilares fundamentales de la educación. Alentar a las personas a tomar decisiones informadas y responsables hace que sus elecciones sean mucho más significativas y conscientes.
¿Acaso no es este el valor más importante que quisiéramos transmitir a las generaciones futuras?
La capacidad de pensar por sí mismos, de tomar decisiones sabias y de contribuir de manera activa al bienestar común, siempre guiados por los principios que nos definen como pueblo.
5ta. Vela: Marta Percovich: «La Vela de la Transformación»
Los macabeos, enfrentando un desafío titánico, se alzaron con una determinación inquebrantable que les permitió salvar al pueblo judío de la extinción. A pesar de estar en desventaja numérica y de poder, su coraje y convicción fueron más fuertes que cualquier obstáculo. No sólo defendieron sus vidas, sino también su identidad, fe y futuro.
A lo largo de nuestra vida, nos encontramos con situaciones que están fuera de nuestro control. No podemos elegir lo que nos sucede, ni las pruebas que la vida nos pone en el camino. Sin embargo, lo que sí podemos elegir es la manera en que respondemos ante esos eventos. La respuesta que elegimos ante las adversidades es lo que realmente define nuestra historia personal. En muchos casos, lo que vivimos no es tan relevante como la persona en la que nos convertimos como resultado de lo que enfrentamos.
Las dificultades no sólo nos transforman, sino que también nos enseñan quiénes somos realmente y qué somos capaces de hacer.
Al reflexionar sobre situaciones desafiantes, debemos distinguir entre una respuesta reflexiva y basada en valores, y una reacción impulsiva que sólo sigue las emociones del momento. La respuesta adecuada no sólo refleja quiénes somos, sino que también define el rumbo de nuestro futuro. Enfrentar los retos puede ser nuestra mayor oportunidad de crecimiento y fortaleza.
6ta. Vela: Marta Kessel: «La Vela de la Confianza»
Hoy, al encender las velas de Janucá en comunidad, reflexionamos sobre lo que este momento significa y lo que podemos aprender de la historia que celebramos.
Recordamos a los macabeos, un pequeño grupo de valientes que, frente a la adversidad, se negaron a rendirse. A pesar de las probabilidades en su contra, mantuvieron su fe y determinación, actuando con valentía incluso cuando sus esfuerzos parecían en vano.
El milagro del aceite refleja esa fe inquebrantable. Encendieron las luces del Templo con sólo una pequeña cantidad de aceite, suficiente para unas horas, pero milagrosamente duró ocho días. Este acto de luz simboliza cómo la esperanza, la acción y la confianza pueden generar resultados más allá de lo imaginable, incluso cuando parece que no hay suficientes recursos para continuar.
Lo que hizo posible el milagro no fue sólo el aceite, sino la fe y el coraje de quienes decidieron actuar. Nos enseñan que, aunque todo parezca perdido, nuestra respuesta puede cambiar el curso de los acontecimientos. La fe y la acción, combinadas, tienen el poder de transformar lo imposible en real.
Hoy, al encender cada vela, recordamos que, como los macabeos, podemos enfrentar los desafíos con valentía y esperanza. Que su ejemplo nos inspire a seguir adelante con confianza y a actuar, incluso cuando el camino sea incierto. Que el milagro de Janucá nos enseñe que la luz puede persistir y multiplicarse, siempre que tengamos el coraje de encenderla.
7ma. Vela: Mariel Cohen: «La Vela de la Libertad»
Jánuca tiene hoy un significado universal. Es una fiesta que simboliza la resistencia contra la intolerancia y la opresión, defendiendo la libertad como un valor fundamental para la humanidad. No sólo representa la lucha contra la imposición violenta de ideas ajenas, sino también contra cualquier forma de persecución que restrinja la libertad de culto, pensamiento y expresión.
En un mundo diverso y globalizado, esta festividad nos recuerda la importancia de respetar las diferencias y valorar la pluralidad de creencias, tradiciones y convicciones que enriquecen nuestra sociedad.
Además, es un símbolo de la lucha por preservar los valores de cada cultura y el derecho a vivir según las tradiciones transmitidas de generación en generación. No se trata sólo de defender lo propio, sino de promover la convivencia pacífica entre quienes piensan diferente. Así, la fiesta refleja el deseo de un mundo en el que prevalezca el respeto mutuo, el diálogo y la búsqueda de soluciones para una convivencia armoniosa.
Esta celebración no sólo conmemora una lucha histórica, sino que también invita a reflexionar sobre los desafíos actuales como la intolerancia religiosa, el racismo y la exclusión social. Es una ocasión para renovar el compromiso con la libertad, la democracia y los derechos humanos, y para fortalecer la solidaridad entre pueblos y culturas en la construcción de un futuro más justo y equitativo.
8va. Vela: Beatriz Gluck de Moncars: «La Vela de la Memoria»
Dedicamos esta octava vela a la memoria de las 6 millones de personas que fueron brutalmente aniquiladas durante la Shoá, simplemente por el hecho de ser judíos. En este momento solemne, rendimos homenaje a sus vidas, a sus sueños truncos, a sus historias que fueron silenciadas por la barbarie del odio y la intolerancia.
Recordamos a cada uno de ellos no sólo como víctimas, sino como seres humanos con dignidad, con familias, con esperanzas y con un futuro arrebatado de manera cruel e injusta.
Al encender esta vela, pedimos que sus almas encuentren finalmente la paz que les fue negada. Que la memoria de su sufrimiento sea un recordatorio permanente de lo que puede suceder cuando el odio se deja crecer sin freno. Este acto no sólo es un tributo a las víctimas de la Shoá, sino también un compromiso de nunca olvidar, de enseñar a las futuras generaciones sobre los horrores del genocidio, para que nunca se repita.
Hoy, al recordar a los seis millones, nos unimos en una plegaria colectiva, pidiendo por el descanso eterno de sus almas, por la sanación de las heridas dejadas en las familias y en las comunidades, y por la esperanza de un mundo en el que la intolerancia, el racismo y la discriminación no tengan cabida.
Que su memoria nos inspire a seguir luchando por la justicia, la paz y la dignidad humana.
Que su sufrimiento no sea en vano y que su recuerdo nos impulse a construir un futuro donde el respeto mutuo y la empatía sean los pilares de la convivencia.
9na. Vela: Zulema Boruchowicz: «La Vela de la Esperanza»
Este ha sido un año de sufrimiento indescriptible, un año marcado por el dolor y la angustia que ha tocado profundamente a cada rincón de nuestra nación. El 7 de octubre, Hamás desató un ataque sin precedentes contra Israel, una ofensiva brutal que dejó más de 1.400 muertos y casi 5.500 heridos. Ese día, el terror irrumpió en nuestras vidas con una violencia inesperada y devastadora.
Además, 251 personas fueron secuestradas, arrancadas de sus hogares y de sus seres queridos, y de esas, 110 aún permanecen en Gaza, en una incertidumbre desgarradora. A más de un año de esa tragedia, el reloj sigue marcando el 7 de octubre, como una herida abierta que no cicatriza.
Nadie, en su peor pesadilla, habría imaginado que algo tan horrible podría ocurrir. La magnitud de la barbarie nos sorprendió a todos, y el impacto emocional de ese día sigue resonando en cada uno de nosotros. Las cicatrices son profundas, y el dolor persiste, pero también lo hace la determinación de seguir adelante, de resistir y de honrar a aquellos que ya no están con nosotros.
En medio de este sufrimiento, elevamos nuestras oraciones y pedimos a Dios que proteja a nuestros soldados y a todos aquellos que luchan por nuestra seguridad y nuestra libertad, que les dé fuerza, sabiduría y protección, librándolos de todo peligro y que encuentren el éxito en cada una de sus acciones, siempre guiados por la justicia y la verdad.
Que se nos conceda la paz, y la unidad, para que podamos seguir adelante con la esperanza de un futuro mejor, en el que la luz de la vida y la dignidad prevalezcan sobre la oscuridad de la violencia y el odio.
Queremos reeditar el milagro de Jánuca. Sólo pedimos que nos devuelvan a nuestros familiares secuestrados a casa.
Fue una ceremonia muy emotiva y enriquecedora, contando con la presencia de casi 300 personas.
A continuación, hubo bailes tradicionales judíos entre los miembros del grupo, seguidos por la actuación de la cantante Karen Nisnik, acompañada por el tecladista Diego Rubinstein, quienes cantaron canciones en hebreo y español.
El público ovacionó a los músicos con gran entusiasmo.
Así concluyó el último evento del 2024 del Grupo IAJAD.