Pesaj: Memoria e identidad

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El Seder como práctica social del recuerdo *

Por Ester Malbergier

Jag Hapesaj es sin dudas una fecha central en el calendario hebreo y en la vida judía en general. Su celebración, el Seder – “Banquete ritual” – que se realiza en el seno familiar comiendo alimentos especiales y simbólicos, con el acompañamiento de canciones y melodías transmitidas de generación en generación, contribuye con la gran popularidad de esta festividad. El Seder es, por sobre todo, un ritual que permite llevar a cabo una práctica social del recuerdo, que conduce a la transmisión de la memoria histórica y, por consecuencia, a la conservación de la identidad judía. Para Paolicchi (2000) existe un vínculo esencial entre la identidad considerada en el nivel colectivo, y la memoria. Al igual que un individuo privado de memoria se desorienta y pierde, no sabiendo dónde ha estado o hacia dónde va, la nación sin una concepción de su pasado será incapaz de enfrentarse a su presente y su futuro. En la noche del Seder nos reunimos para festejar nuestra libertad, pero también para recordar nuestra esclavitud. Yerushalmy sostiene que cuando se dice que un pueblo recuerda, en realidad se alude a que el pasado ha sido activamente transmitido a la presente generación, y que este pasado ha sido aceptado como significativo. En busca de fortalecer la memoria y de evitar que el pasado cayera en el olvido, el pueblo judío creó ritos y narrativas históricas que se canonizaron primero como Torá, que en idioma hebreo significa enseñanza, y luego como tradición a transmitir. Así, la transmisión es mencionada en la siguiente fuente: “Moisés recibió la Torá desde el Sinaí y se la entregó a Josué, y Josué a los Mayores, y los Mayores a los Profetas, y los Profetas se la entregaron a los Hombres de la Gran Sinagoga” (Tratado Avot, 1:1). Al respecto, dice Yerushalmi: […] “me parece que este pasaje captura la esencia de la memoria colectiva como un movimiento dual de recepción y transmisión, que sucesivamente se impulsa a sí mismo hacia el futuro. Es este proceso lo que forja la sucesión de su memoria, que es la de los eslabones en una cadena. Los judíos no fueron virtuosos de la memoria. Sin embargo, sí fueron receptores bien dispuestos y soberbios transmisores”. Un ejemplo de cómo los judíos intentaron ser soberbios transmisores de la memoria, al decir de Yerushalmi, es el Seder de Pesaj, el Banquete Ritual que se realiza anualmente para dar así cumplimiento al precepto bíblico: “Recordad siempre este día, en el cual salisteis de Egipto, de la casa de la esclavitud” (Éxodo, 13: 3).

El Banquete mencionado, si bien incluye una comida festiva, es, por sobre todo un ritual que permite llevar a cabo una práctica social del recuerdo, y a tal fin fue elaborada la Hagadá, el Libro Ritual que contiene tanto narraciones como rituales que conducen justamente a la transmisión deliberada de la memoria histórica, y por consecuencia a la conservación de la identidad judía. La Hagadá es un ejemplo de un procedimiento que un grupo humano particular, el pueblo judío, desarrolló a lo largo del tiempo para ampliar su capacidad de mantener registro del pasado, para mantener su memoria, y facilitar el acceso de cada joven generación a las experiencias acumuladas por él. En el marco de la clase magistral que es el Seder, y con la intención de despertar la curiosidad de los niños, el ritual establece que se coloque sobre la mesa festiva una keará – platón – que contiene una selección de alimentos, los que se han convertido en símbolos de la festividad, al habérseles adjudicado un significado particular que luego fue convencionalizado, y así se transmite de generación en generación. Este platón contiene, por ejemplo, hierbas amargas para recordar la amargura vivida por los esclavos en Egipto; una mezcla de manzana, vino y nueces, para recordar el material con el que se fabricaban los ladrillos; y verduras verdes frescas que simbolizan tanto el despertar de la naturaleza que se produce en la primavera, época en la cual se produjo el éxito de Egipto, así como también el despertar del pueblo mismo que ha logrado su liberación. Los niños, destinatarios principales de esta ceremonia, son estimulados a participar activamente en ella, a observar y a preguntar. A tal fin, por ejemplo, el Libro Ritual incluye cuatro preguntas que aquéllos deben formular, creándose así la oportunidad para que los mayores relaten y transmitan sus enseñanzas. En síntesis, vemos en el Seder, con el soporte de la Hagadá, una clase magistral conducida por la generación adulta a fin de transmitir las enseñanzas y facilitar el acceso de la joven generación a las experiencias acumuladas por el pueblo. Un claro ejemplo de un ritual que conduce a la construcción de la memoria personal-social del pueblo judío, cuya intención es ser constituida e intercambiada con los integrantes del mismo por medio de universos de significado compartidos, y que al tener la función de compartir recuerdos con los otros permite que cada individuo se convierta en parte del pueblo, coopere en la construcción conjunta de su historia social y cultural, en un proceso que también incluye su propia construcción como integrantes de dicho pueblo. La identidad sin memoria, es imposible. La acción educativa judaica se propone lograr que cada educando se perciba a sí mismo como integrante de un pueblo milenario; que tome conciencia del pasado común que lo une a todos los integrantes del mismo, así como también de la comunidad de destino que lo liga al pueblo en el presente; y que asuma hacia el futuro un compromiso de continuidad.

Si observamos la celebración contemporánea del ritual milenario del Seder, y leemos los textos que las nuevas re-ediciones de la Hagadá proponen, podemos constatar que los integrantes del pueblo judío que continúan celebrando la Pascua judía en la actualidad se han constituido no sólo en actores, sino también como auctores, incorporando nuevos textos y nuevos significados a los simbolismos que dicho ritual contiene. Los siguientes son ejemplos de textos del tipo mencionado, cuyo propósito es añadir al texto tradicional nuevos recuerdos de acontecimientos significativos para el pueblo, para ligarlos a la cadena de la memoria colectiva, montados a tal fin sobre la continuidad del significado principal de la celebración de la Pascua Judía que se expresa en el par de conceptos esclavitud y liberación: “Esta Hagadá, aunque conserva la forma y el sabor básico del texto tradicional, nos permite dialogar acerca de la salida de Egipto en términos de nuestras propias vidas y de nuestra propia era. […] A la cena festiva sigue una nueva sección, que marca los eventos más recientes en los largos viajes de nuestro pueblo. […] Tanto el Holocausto como el renacimiento del Estado de Israel están reflejados aquí pues constituyen nuestro propio éxodo de nuestro propio Mitzraim [Egipto]” (Hagadá de Pesaj, 1994, pp. 8-9) El texto que se presenta a continuación, además, aporta al texto tradicional del Libro Ritual una reconceptualización del concepto de faraón, aplicándolo a la comprensión de sucesos actuales. De este modo se enriquece el mensaje – de por sí rico que proveía el texto original- con nuevas capas de sentido que lo hacen aún más significativo, y dan cuenta de la vigencia de su mensaje, a pesar de su antigüedad. “Todavía existen faraones. Todavía existen esclavos. Los faraones modernos no construyen pirámides, pero construyen estructuras de poder e imperios financieros. […] Sus esclavos se cuentan por millones en este mundo que vivimos. Son los negros privados de sus derechos en África del Sur; son los poetas que no pueden publicar sus versos en Cuba; son los inmigrantes a quienes, en Europa, les está reservado el trabajo más pesado […] son los famélicos en el nordeste brasileño; son los chicos que mueren de hambre en el norte argentino […] (Scliar, 1988) “Receptores bien dispuestos y soberbios transmisores”, como calificativo de los judíos, es una de las respuestas que dio Yerushalmy a la pregunta por la supervivencia del pueblo judío.

 

*El presente artículo es una reelaboración del trabajo “Memoria, Práctica Social del Recuerdo e Identidad Judía – La Celebración de la Pascua Judía por medio del Banquete y la Lectura del Libro Ritual (Hagadá)”, escrito por Ester Malbergier en el marco del curso de “Psicología, Cultura y Educación”- Maestría en Psicología Cognitiva y Aprendizaje, FLACSO.

Fuente: https://bama.org.ar

Mica Hersztenkraut es la Directora de Comunicaciones de Hebraica.

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