Por Marcelo Birmajer, especial para la Sociedad Hebraica Argentina.
Tisha B Av es un día de conmemoración, recogimiento y reflexión. A diferencia de Iom Kippur, fecha en la que el ayuno y la introspección tienen una relación directa con nuestros actos, errores y aciertos, con un balance interno sobre nuestra relación con los demás y con el mundo, Tisha B Ab es un modo de marcar en la memoria judía las catástrofes que hemos padecido a lo largo de nuestra milenaria historia.
Cada vez que un varón judío pisa la copa el día de su boda, recuerda la caída del Segundo Templo: uno de nuestros días más tristes, en un día de personal de celebración. Tisha B Av precede en miles de años a tragedias contemporáneas como la Shoá.
También precede el atentado contra la Embajada de Israel y contra la Amia en la Argentina.
Pero esos crímenes atraviesan nuestra conciencia cuando nos hermanamos a través de las épocas con los sabios que elaboraron el calendario recordatorio y vital del pueblo judío. Entrar en la atmósfera de duelo y memoria de Tisha B Av, en un siglo en el que celebramos los más de 70 años del Estado de Israel, es una relación semejante a la de pisar la copa en el día de la boda.
Podemos recordar nuestras tragedias porque estamos vivos, y porque tenemos un lugar donde la memoria judía es política de Estado: el estado judío, el estado de Israel. Si bien a lo largo de la historia los genocidas y malvados pretendieron exterminar a nuestro pueblo por odio y por acabar con los 10 Mandamientos, no siempre enfrentamos unidos las amenazas que nos pusieron en riesgo como pueblo.
Que este Tisha B Av sea un recordatorio de aquellos puntos centrales de nuestra vida como pueblo que hacen a nuestra supervivencia tanto física cómo espiritual: el derecho a la libertad, el derecho a la diversidad, y el derecho a la existencia del Estado de Israel.