No me canso de remarcar lo maravilloso que es ser testigo de la frecuencia con la que los socios de Hebraica se unen como comunidad para apoyarse mutuamente.
Cada generación, cada grupo, cada familia, cada persona, tiene la posibilidad diaria de dar un salto, de hacer suyo cada Pésaj. Por eso es vital trabajar para SALTEAR aquello que oprime, preguntar para constituirse y tener la posibilidad de desplegar nuestra humanidad.