Son muy pocos -sobre todo en teatro- los que han abordado el tema de la persecución de los judíos a manos de la Inquisición. La Percha Teatro pone en escena Marrano, un cuento de la Inquisición: “la historia en sí es muy teatral, muy dramática, por un lado y por otro puede cautivar e interesar a la gente, pues habla de algo que tiene que ver con dónde estamos”. “La persecución de las minorías no es algo sólo del pasado”, dice Idan Yechieli, un actor israelí afincado en Madrid que, junto a sus compañeros de la compañía La percha, plasma en lenguaje teatral este “tema tabú en España, que toca los corazones de todos” y el suyo en particular “por ser israelí y judío”.
Lope de Vega, Calderón de la Barca, Quevedo y Góngora no vivieron la expulsión de los judíos de 1492, pero sí asistieron a los numerosos autos de fe que la Inquisición organizaba para ajusticiar a los marranos: conversos e hijos de conversos que seguían practicando el judaísmo en secreto. Los autos de fe suponían un auténtico espectáculo público al que se asistía en masa; en este, como en cualquier obra teatral, era fundamental el vestuario, la escenografía y la distribución escénica de los participantes. Todo este macabro universo tomaba elementos del teatro de la época, especialmente de los autos sacramentales, tan fastuosos y populares.
Mira de Amescua, contemporáneo a Quevedo y Calderón, escribió el auto sacramental La Inquisición, que ha servido de inspiración a Marrano, un cuento de la Inquisición, una obra que se basa también en dos hechos históricos: el asesinato del sumo inquisidor de la Corona de Aragón, Pedro de Arbués, y la expulsión de los judíos a finales del siglo XV. En el año 1485, la ciudad de Zaragoza fue el escenario de uno de los crímenes más espantosos de su historia: mientras rezaba en la catedral, un monje dominico fue degollado a sangre fría por un grupo de sicarios armados con puñales: acababan de matar a Pedro de Arbués, el máximo representante de la Santa Inquisición en Aragón.
Esta historia indaga en la identidad y las razones de uno de estos asesinos: Diego de Sevilla, antes conocido como Uriel, el hijo del zapatero. Un judío, un infiel, un marrano, cuya vida da un vuelco cuando la intolerancia religiosa y el fanatismo le arrebatan de un plumazo todo lo que tenía, obligándolo a renunciar a su fe, a su mundo y a su propia familia.
Teatro de texto fusionado con teatro contemporáneo, gestual, con música en directo, con actores que interpretan siete o más personajes a la vez, en un vacío que se llena con rezos y canciones en hebreo y con rituales judíos, producido e interpretado por la compañía teatral madrileña La Percha Teatro.
Fuente: https://esefarad.com/