Mazur Compartió la Historia de Hebraica: De Einstein a Nuestros Días

Hebraica article 2025-06-12

Hebraica tuvo el honor de que Mazur nos hable sobre su historia con algunas anécdotas geniales, incluyendo algunas sobre el paso de Einstein por la Institución y sobre su fundación. Adrián Stravitz hizo un trabajo maravilloso entrevistándolo.

Pueden mirar la entrevista completa aquí:

 

O leer la transcripción de la entrevista a continuación:

Entrevistador (Adrián Stravitz): Bueno, ¿vamos a arrancar o quieren que esperemos un ratito más? ¿Cómo lo ven?

Vamos a arrancar. Entonces, bueno, primeramente muchas gracias a todos por venir a escucharlo a Gerardo. Les quiero contar o compartir un poco lo que motivó este encuentro. El año pasado yo le hice una entrevista con motivo de que el año que viene tenemos la fiesta de los 100 años de Hebraica y una de las entrevistas que hice para el documental que se está haciendo fue a Gerardo. Tuve la posibilidad de charlar largo y tendido. Me contó cosas súper interesantes que quizá muchos de ustedes conocen y yo no conocía. Y luego viendo las fotos históricas que tenemos de Hebraica, la presencia de Gerardo es que uno entiende la injerencia, la importancia que él tuvo en toda esa historia. Entonces, se me ocurrió la idea de que venga, que todos puedan disfrutar de la presencia de Gerardo, de charlar con él y revivir o aprender un poco de la rica historia que tenemos de Hebraica, que creo que tenemos que honrar. Esa es muy personal, pero me parece que poder recordarlo y poder revivirlo está bueno porque nos sirve a todos para entender qué es Hebraica. Así que acá lo tenemos finalmente. La idea es un poco conversar de distintas cosas, un poco basándonos en fotos que tenemos que tienen que ver con la historia de Hebraica, donde Gerardo nos va a iluminar un poco al respecto del momento, el contexto, quiénes son los que están en la foto. Así que creo que va a ser una propuesta muy interesante para todos y ojalá que siga entrando gente para acompañarnos. ¿Cómo estás?

Entrevistado (Gerardo Mazur): Bien. Buenas noches. Primero, muchísimas gracias por invitarme aquí a mi casa, a nuestra casa. Para mí es un honor enorme. No saben, estoy muy emocionado de estar en Hebraica acá. Hace mucho tiempo que no venía mucho y estar en esta casa me pone muy bien. Como hay una vieja frase que rejuvenezco en esta casa lo que envejecí en el día. Eso me pasa.

Quiero las palabras que voy a decir, quiero dedicárselas a dos queridos amigos acá presentes: a Débora Schumacher, directora de la biblioteca pública. Biblioteca pública. No es fácil que una entidad privada tenga una biblioteca pública, tiene que cumplir con un montón de requisitos y Hebraica a través de su biblioteca con esa directora no solo los ha cumplido, sino los ha perfeccionado. Y no es casualidad tampoco que Hebraica haya sido creada por escritores. Hebraica fue creada alrededor del libro. Otras entidades son creadas alrededor de una idea, de una escuela, de una persona, de un partido. Hebraica fue creada alrededor del libro, alrededor de una biblioteca, pero no cualquier biblioteca, biblioteca pública. Eso quería decirlo.

Y en tal sentido quiero dedicarle estas palabras a Débora Szuchmacher y al señor Juan Imel acá presente. Juan Imel, ex directivo y socio de Hebraica y un amigo entrañable. Hace unos años cuando vine por primera vez y fui a comer algo al restaurant de Hebraica, que era la primera vez que entraba al restaurant, me senté en una mesa y al rato viene un mozo y me trae una botella de vino y digo: «Yo no pedí nada» y me dice: «Se la mandó ese señor que está allí». Miro para allá, ¿a quién encuentro? A Juan. Me mandó una botella de vino. Qué maravilla. Una recepción semejante sin conocerme.

Bueno, yo voy a referirme durante un poco más de media hora, puede ser 40 minutos más o menos, a hechos significativos en la historia de Hebraica. Son hechos no muy conocidos, son en general poco conocidos. Algunos son conflictivos, otros beneficiosos, hay un poco de todo. Los elegí a propósito, pero también quisiera decir que si alguien quiere decir algo, aportar algo ahora, a partir de ahora lo haga, levante la mano y que lo haga para poder que esto sea una conversación. No yo hablando y ustedes escuchando solamente. Lo que quieran decir, por favor, brevemente, díganlo. Somos todos un conjunto de socios que queremos mucho esta Hebraica y por quererla mucho estamos juntos para comprenderla, para defenderla, para comprometernos por ella. Es una maravilla ser socio de Hebraica. Es una enorme maravilla y eso hay que cuidarlo mucho.

Bueno, voy a empezar refiriéndome a… voy a leer. En general no leo, pero como estoy un poco emocionado, preferí leer para no decir disparates.

Voy a referirme a Frener y Ferrecho, la empresa constructora, por ahí algunos se acuerdan, la empresa constructora de la torre y del teatro de la sede de Sarmiento. Esta empresa presentó una serie de certificados adicionales de las obras que excedían en varios millones de pesos el presupuesto original, es decir, que había pasado el tiempo y los precios cambiaron. En la Argentina no existe que bajen los precios, siempre existe que suban. Y cómo suben y siguen subiendo. Por pedido del entonces presidente Jorge Bretman, por alguno de ustedes lo recuerda.

El público: Sí, era petizo.

Entrevistado: Sí, petizo. Sí, pero qué bien que hablaba. Hablaba alto, hablaba muy bien, muy buen tipo. En aquel entonces le pidió, nos pidió a quien era gerente de Hebraica y a quien habla, nos pidió que revisemos los certificados de obra y lo fuimos revisando. Eran 30. Tuvimos que aprender a leerlos porque no sabíamos revisar un certificado de obra: la entrada de materiales, la salida, las horas extra, lo realmente trabajado, lo no. Y después de más de dos meses de trabajo de todos los días, llegamos a la conclusión de que el 50% de lo reclamado no correspondía, era de más. Frener y Ferrecho reclamaban a Hebraica más de alrededor del 50%, muchísimo dinero. En base a ese trabajo, las autoridades de Hebraica llegaron a un acuerdo evitando el juicio y Hebraica pagó en aquel entonces 2 millones de pesos menos. 2 millones de pesos en aquel entonces era muchísimo dinero, mucho, mucho. Pero se llegó a un acuerdo por eso.

Entrevistador: ¿Te acordás en qué año era?

Entrevistado: No, el año no me acuerdo. Era la presidencia de Bretman, pero no me acuerdo exactamente qué año estamos hablando. Si tienen algo que decir, díganlo. No callen para siempre. Díganlo.

Entrevistado: Durante la dictadura, a través del comisario Lorenzo Balones, que trabajaba en Hebraica, recorría la casa y la calle para cuidar a la institución, tuvimos noticia de la realización de una requisa por parte del gobierno. Se decidió entonces tratar de no dejar rastros que comprometieran a Hebraica. ¿Por qué? En el quinto piso, las paredes del quinto piso entonces estaban llenas de inscripciones políticas de nuestros jóvenes socios, las paredes, había notas pegadas, se limpiaron, tuvimos que limpiar las paredes de las inscripciones políticas, retiramos los folletos. Y de la biblioteca pública tuvimos que retirar los libros que se consideraban peligrosos. No sé si ustedes recuerdan aquella época, en todo el país pasaba lo mismo, se retiraban los libros porque venía una requisa y se armaba un lío terrible y terminábamos en cana.

En aquel entonces se consideró peligroso esconderlos o trasladarlos de Hebraica y se decidió no dejar huellas. No dejar huellas, que era lo único que se podía hacer. Se decidió quemarlos. Se decidió quemarlos. No había otra, ni dejarlos ni trasladarlos. La quema se hizo en la madrugada en el subsuelo y me pidieron a mí que lo haga. No sé si ustedes piensan qué supone quemar libros, pero para mí, pese a que había que hacer eso, había que hacerlo, me lo encargaron. Para mí quemar libros es ser un asesino. Ser un asesino. Las quemas de libros queman a su vez las justificaciones. No hay ninguna justificación que permita sentirse bien pese a lo imprescindible de quemar libros.

Otro punto: los hijos del ingeniero… son puntos que yo elegí a propósito para hablar con ustedes. Si tienen algo que decir, por favor, díganlo, ¿no?

Los hijos del ingeniero Saúl Rochwerger, ¿se acuerdan del ingeniero Saúl Rochwerger? Con motivo de su fallecimiento donaron 50.000 pesos con el pedido de ponerle en nombre de su padre al auditorio del primer piso y realizar las refacciones necesarias. Con el intendente en aquel entonces y el señor Héctor Calmet – Héctor Calmet era director técnico del teatro San Martín – y quien habla se realizaron los siguientes trabajos en el auditorio: subir el piso del auditorio para una reubicación de las butacas de manera ascendente, fila por fila, para que todos miraran y escucharan bien. Se hizo agregar luces y sonido con consolas exclusivas, no trasladar, teníamos que trasladar una consola al auditorio. Al rato había una conferencia en un piso, agarrábamos la consola, la llevábamos al otro piso y así el material se deterioraba. Y se puso una alarma en la biblioteca para evitar sustracciones. Se hizo, por supuesto, intervino Moisés Nusimovic y quien habla.

Durante 20 años, otro tema, pasamos cine, no sé si se acuerdan, en la cinemateca argentina del 74 al 94, 20 años. En plena dictadura, la dictadura de Videla y otros miserables, Guillermo Fernández Jurado, que era entonces director de la cinemateca, y quien habla, fuimos amenazados por Tato. Tato era el censor del gobierno y Tato nos llamó por teléfono para avisarnos que si seguíamos pasando las cosas que estábamos pasando en el teatro de Hebraica, nos iban a hacer boleta, es decir, nos amenazó de muerte, nos llamó por teléfono y nos dijo: «Te vamos, Gerardo» y «Guillermo, los vamos a hacer boleta». Contestamos nosotros que las películas serán proporcionadas por la embajada de Francia y que esa actitud de ellos, esa amenaza, se la íbamos a pasar al embajador francés, cosa que hicimos. No nos llamaron más, no sabemos qué pasó.

Entrevistador: ¿Querés que te agregue un dato respecto de Tato?

Entrevistado: Sí, por favor.

Entrevistador: Gerardo me recomendó que entrevistara a Marcela Cassineri, que es la actual presidenta de la Fundación Cinemateca Argentina, y me contó un poco lo mismo, lo que fue la vivencia de la posibilidad de proyectar películas en Hebraica. Me contó que en un caso fue Tato a buscar una cinta y Marcela me contó que tenían dos cintas de distintos formatos. No me acuerdo qué película era, pero Tato se fue muy contento con una cinta bajo el brazo, mientras que Hebraica se quedó con otra que era el formato que correspondía a los proyectores que se usaban. Entonces Tato se fue muy feliz con su cinta pensando que había evitado que se proyectara la película, pero no fue así.

Entrevistado: Otro asunto fue… hace años de esto también. Recordando que en acuerdo con el presidente entonces Gilberto Lewi, ¿se acuerdan? Se decidió el arreglo general de la biblioteca pública. Para solventarlo, Gilberto dispuso un aumento de un peso en la cuota social de los socios mayores de edad. Ni se pidió acuerdo. Se aumentó un peso. Nadie dijo nada. Muchos ni siquiera se enteraron. Pero con ese peso para todos los socios mayores de 18, que era una cantidad importante para lo que teníamos presupuestado hacer, se hicieron las siguientes cosas: se cambió la iluminación por tubos fluorescentes para lectura. No son estos. Estos no sirven para lectura. Hay tubos fluorescentes que la circulación de la electricidad es más rápida, en estos es más lenta y entonces daña mucho menos la mirada de las personas, de los lectores. Y pusimos esos tubos que están ahora en la biblioteca de Hebraica.

Después el retiro de las puertas dejando los anaqueles libres, porque es importante que un socio pueda tomar un libro o un lector cualquiera, pueda tomar un libro, abrirlo, mirarlo, decidir si se lo lleva o no se lo lleva, si lo lee o no lo lee, pero no a través de puertas cerradas, porque eso no sirve mucho. Se pusieron mesas nuevas para leer y estudiar con un diseño especial que permitía cómodamente poner lo que uno iba a leer y guardar el resto debajo de la mesa donde había una suerte de estante donde los socios o el público, los lectores podían guardar las cosas. Y también se puso alarma, una alarma para evitar sustracciones.

Cuando pusimos el film 1789, ¿se acuerdan de esa película? La película de Ariane Mnouchkine, una realizadora francesa famosa. 1789. Era una película sobre la Revolución Francesa que duraba 3 horas. Pasábamos dos funciones por día de la cinemateca y cuando terminó la primera función, el público no se iba. Era raro. Estábamos en la platea mirando la película también con Guillermo Fernández Jurado y terminamos la función y fuimos al escenario y preguntamos por qué no se retiraban. Se había terminado la función y había un montón de gente que tenía que entrar a la nueva exhibición y de atrás un espectador se para y a los gritos dice: «¿No ves, boludo?» Boludo era yo. «¿No ves, boludo, que nos vamos a quedar a verla otra vez?» Se quedaron a verla otra vez una película de 3 horas, pero era increíble. Era la dictadura y ver una película sobre la revolución era muy simbólico.

Pasábamos dos funciones por día. La primera película que pasamos con la cinemateca, no sé si alguno se acuerda cuál fue, ¿se acuerda alguien del nombre de la película?

Seguramente todos la han visto. Casablanca, qué peliculón, por favor, con Humphrey Bogart e Ingrid Bergman, una película sobre el amor. Sobre el amor. No sabíamos qué iba a pasar, si iba a venir gente, era la primera función que dábamos acá en Hebraica. Estuvo repleto. Quedó gente afuera. Habíamos establecido con la boletería de Hebraica, que entrara todo el mundo, que nadie quedara fuera y había mucha gente joven. Los socios pagaban la mitad, un poco menos de la mitad, pero el resto que tenía que pagar la entrada, si no tenía la plata, que pagara por lo menos el impuesto, que era un peso 50, con eso entraba. Y a veces ocurría también que algunos jóvenes no tenían ni el peso 50, entraban también, pero en la boletería poníamos el impuesto, lo pagábamos con el dinero de la boletería para no correr riesgo si venía una inspección porque no se podía entrar a una sala sin pagar el impuesto. Era muy poco dinero, pero todo el mundo entraba, no quedaba nadie afuera.

La cinemateca tiene ahora hoy día más de 70 años de vida. 70 años. Es una de las cinematecas más importantes del mundo. Creo que es la segunda porque la primera es la francesa. A la cinemateca argentina se la conoce en todas partes. Su historia es una maravilla. Dieron a conocer a directores famosos más allá de las dificultades que tuvieron que sortear para poder darlos a conocer, dificultades de todo tipo y muchas de ellas económicas. Fue un orgullo, sigue siendo un orgullo para nuestra institución haber participado en esos hechos con la cinemateca.

No siempre la democracia es fácil de practicar. A veces es muy difícil. Pero siendo difícil también hay que hacerlo. No se puede dejar de lado porque involucra al conjunto, a la mayoría. Hebraica en aquel entonces fue una sede natural y protectora para la cinemateca y eso fue buenísimo, fue muy bueno. Pensar que una entidad, una entidad privada como Hebraica haga un acuerdo con una cinemateca argentina que tenía proyecciones en todo el mundo. También es un orgullo para la institución capaz de hacer estos encuentros, capaz de juntarse y brindar ese tipo de programas a los socios y al público en general. A las funciones de Hebraica podía entrar cualquier persona, como ya dije, pagando la entrada.

Al término de la dictadura, quiero comentarles algo que es para mí, para todos nosotros en cuanto a Hebraica muy importante: Clarín y Nación, los dos diarios más famosos, de mayor tiraje en aquel entonces, a través de sus editoriales manifestaron textualmente lo siguiente, que Hebraica fue un oasis en ese nefasto período. Hebraica fue un oasis, decían Nación y Clarín en ese nefasto período. Es cierto, por sus programas únicamente ocurría acá esto en esta institución en Sarmiento.

Entrevistador: Ni hablar de Leopoldo Torre Nilson. No sé si están al tanto que Leopoldo Torre Nilson, el director, pidió ser velado en el teatro Hebraica, en el hall. Fue en los años 70, y eso fue un pedido expreso que él tuvo cuando falleció a raíz de la importancia que Hebraica le dio a las películas de él. Es un dato que… cuando uno busca información y se habla sobre el velatorio, no se menciona que fue en Hebraica, en la página de Hebraica sí está esa información, pero cuando uno busca información adicional respecto de ese suceso, no se menciona el teatro Hebraica.

Público: Las cintas, ¿dónde están? ¿Dónde está el material?

Entrevistado: Las cintas pertenecen a la cinemateca argentina. De hecho, como les conté antes, yo tuve una reunión con la presidenta. Es un edificio muy particular, es donde funcionaba antes el diario, no me acuerdo si Crítica, en la zona de Constitución y es un edificio que tiene una estructura muy particular porque tiene que soportar muchos kilos por metro cuadrado. Conversando con ella hablamos sobre la posibilidad de invitar socios de Hebraica que vayan a visitarla. Es algo que lo podemos tratar de…

Entrevistador: Sí, totalmente. La directora estuvo muy… hay un agradecimiento a Hebraica de parte de la fundación y es recíproco. Hay un… creo que hubo una conexión muy fuerte entre ambas instituciones, como contó Gerardo, y ellos están agradecidos y para Hebraica también fue un orgullo. Entonces, creo que podemos tratar de gestionar una reunión, un encuentro, una visita para aquellos que quieran ir. Es un lugar muy lindo.

Entrevistado: Hablando de Leopoldo Torre Nilson, él le pidió a su mujer, a su esposa, la escritora Beatriz Guido, le pidió, estando ya muy enfermo, sabiendo que se iba a morir, que él quería que lo velaran en el hall del teatro, donde estaba la cinemateca. Y así fue. Estoy tratando de ver si consigo reunirme con Graciela Borges o con Oscar Barney Finn, que fueron muy amigos de él para que me aporten más información. Pero creo que el testimonio de Gerardo también es importante, pero tener testimonio de otras personas que participaron de esa época creo que también puede ser muy interesante.

Bueno, yo soy socio de Hebraica número… digo el número para que se den cuenta de cierta antigüedad que tengo. Soy el número 20365. Tengo el carnet acá, lo traje para que lo vean. Tiene ese número.

Entrevistador: Se lo vamos a pedir para el museo de Hebraica.

Entrevistado: Muy bueno esto que sigamos viniendo siendo tan jóvenes. Entonces, después de tantos años como socio, me permito decir que es una enorme satisfacción, un enorme placer ser socio. No es cualquier cosa ser socio de acá, no es cualquier cosa, es para toda la vida. Es importantísimo. No sé si es la mejor institución, no lo sé, no lo puedo comparar porque no conozco las otras, pero sí sé que Hebraica es única en el mundo. No hay otra institución como Hebraica en el mundo. Y lo puedo decir con conocimiento de la cuestión, la conozco bien. No hay otra igual. Una entidad como esta que ha hecho acuerdos con entidades gubernamentales, ha hecho programas para todo el mundo. Es una institución que es un orgullo para cada uno de nosotros pertenecer a ella.

Bueno, estamos con un grupo de amigos socios como yo, y con esto concluyo tratando de elaborar un proyecto que no hemos todavía difundido. Las primeras cosas las estoy diciendo acá, todavía no se conoce y no sé si lo podamos terminar y no sé si lo van a aprobar tampoco, pero lo quiero comentar porque tiene que ver con todo lo que estamos diciendo.

Este proyecto involucra tres lugares: la cinemateca en el teatro San Martín sigue funcionando, ¿saben? En el décimo piso del Teatro San Martín, creo que la sala se llama Leopoldo Lugones; en la sede de la Universidad de Buenos Aires, que tiene una pequeña salita en Corrientes al 2000, una salita chiquita que depende de la universidad. Esa salita chiquita junta a muchos estudiantes de las universidades cercanas que están ahí a cuatro cuadras en derredor de la plaza. Y además Hebraica. Estas tres estamos trabajando este proyecto para qué: para juntar estas tres entidades que nuclean entre las tres mucha gente, sobre todo gente joven, hay mucha gente joven entre las tres, a proyectar única y exclusivamente cine de autor. Cine de autor, es decir, películas que no se ven. Películas que no se ven ni en televisión ni en ningún otro lado, que únicamente podrán verse ahí, que son las que suministran en general la embajada de Francia y otras más como la de Japón y la de Estados Unidos, con las que tenemos relación y podemos conseguir esos films que no se dan en ningún otro lado ni podrán verse en ninguna parte.

Vamos a ver si esto es posible para la gente que está alrededor, para el público de alrededor y para que la gente que… como ustedes saben, uno cuando va a ver una obra de teatro y vive lejos de la sala, viaja para ver la obra de teatro, toma un colectivo, va en coche, lo que fuere, los que viven cerca ni hablar, pero para ver una película nadie viaja. En este caso creo que vale la pena a los que viven lejos que viajen para ver una película que no van a poder ver en ningún otro lado, porque uno viaja para ver buen teatro, pero vale la pena también y mucho viajar para ver buen cine.

Eso es todo, señores. Muchísimas gracias. Si alguien quiere decir algo, por favor, que lo diga, que diga lo que le parece.

Entrevistador: ¿Querés que repasemos algo vinculado con las fotos? ¿Querés que veamos algo? ¿O tienen preguntas? ¿Alguien que quiera hacer alguna pregunta, alguna cosa, alguna intervención? Si quieren agregar algo a lo que yo dije, por favor háganlo.

Público: ¿Por qué la biblioteca no consiguió entrar en la CONABIP? ¿Sabés a lo que me refiero? La Comisión Nacional de Bibliotecas Populares.

Entrevistado: Entró a la CONABIP, pero después salieron. No, me parece que ahora no están. Para ser parte de la CONABIP, tiene que ser una entidad autónoma, tiene que tener su propia personería jurídica. Los directivos de Hebraica involucran a toda Hebraica, incluida la biblioteca. No es autónoma.

Público: Yo recuerdo, creo que era así, que hace muchos años en la pared de Hebraica, afuera de la calle había un cartel que decía biblioteca popular y tenía acceso. Cualquier persona podía entrar. Ahora creo que eso no existe.

Entrevistado: Sí, gracias. Bueno, mi intención es destacar todo lo que mencionó Gerardo, pero hay algo que fue impactante, por lo menos para mí, cuando fui con el presidente a una reunión con Kive Staiff, que en ese momento era el director y que fue durante muchos años director del teatro San Martín, una persona muy creíble. Después de mencionar el motivo por el cual nos llevó, él nos dice… omití el nombre del presidente, el presidente era Mario Trumper y yo era secretario general. Después que charlamos con respecto al motivo, él nos pregunta: «¿Ustedes tienen idea la posición que ocupa Sociedad Hebraica Argentina en la cultura del país?» Dijimos: «La verdad no tenemos idea.» «Bueno, yo les voy a decir porque nosotros manejamos la estadística de toda la cultura del país. Hebraica es la segunda entidad cultural del país porque ustedes ocupan todos los espacios culturales: tienen una biblioteca pública, tienen un teatro, tienen cine, organizan eventos culturales, premian libros, en fin, cubren todo el espectro. Por ese motivo son la segunda. La primera es nuestra entidad que es el teatro San Martín. Pero la gran diferencia que hay entre una y otra es que yo manejo un presupuesto que es del Estado y ustedes lo hacen con el aporte de sus socios, lo cual es mucho más meritorio.» Quiere decir, en definitiva, para cerrar, que Hebraica como entidad privada es la número uno del país. No podíamos salir por la puerta de tan anchos que estábamos. Un orgullo terrible. Eso es todo. Gracias.

Entrevistado: Gracias a vos, Juan. Les recuerdo agregando a lo que decía Juan, que Hebraica organizó durante años con su propio presupuesto los concursos nacionales para jóvenes intérpretes y para jóvenes músicos. Y se anotaban decenas de jóvenes a esos concursos, porque ganar un concurso organizado por Hebraica era muy importante en el currículum de esas personas y si ganaban incluso más todavía, no solamente participar. Y los organizaba Hebraica normalmente año tras año, concursos para jóvenes intérpretes. Fue una maravilla.

Entrevistador: ¿Alguien más quiere mencionar algo, decir algo, aportar algo? ¿Quiere preguntar algo? Simplemente agradecerle a Gerardo que hayas venido, que hayas tenido la posibilidad, la voluntad de venir.

Entrevistado: No, la voluntad de venir… para mí el agradecido soy yo. Poder hablar acá no saben lo que significa. Iba a venir con mi hija, pero no pudo venir por un problema familiar. Está esperando que le llegue la grabación de lo que estoy diciendo para poder escuchar y va a venir con ella. El agradecido soy yo. Tengan en cuenta. Agradezco mucho estar acá. Estoy muy emocionado de poder estar y muchísimas gracias. El aplauso es para ustedes. Queridos socios.

Entrevistador: Antes que te vayas, tengo que hacer una pregunta. ¿Me suena algo? A ver si vos lo podés interpretar. Yo no sé si es en hebreo, en idish. Davar. ¿Qué es Davar?

Entrevistado: Ah, sí. ¿Cómo no? Había en la Argentina dos revistas literarias, dos importantísimas. Las dos, una más importante que la otra por su difusión, pero no mejor. Una era Sur dirigida por Victoria Ocampo, si no me equivoco. Y la otra Davar, que al principio… no me acuerdo quién fue el primer director de Davar. Y en el segundo período la dirigió Bernardo Ezequiel Koremblit, ¿recuerdan? Un escritor fantástico, director del departamento de cultura de Hebraica, Koremblit. Y los últimos números, los dos o tres últimos números, ya pasado los 100, los dirigí yo.

Era una maravilla Davar porque invitábamos, se invitaban desde el comienzo a la fecha a los escritores, cualquiera sea su pensamiento. No tenían que pensar igual que nosotros. No permitíamos para nada, por supuesto, escritos antisemitas para nada o que atentaran por cuestiones de racismo. Eso no, es lo único que no permitíamos. El resto todo, porque un escrito antisemita no sirve para nada.

Davar fue una inversión, no era un gasto. Davar fue una inversión en una revista literaria de la que se publicaron algo más de 100 números. Está la colección en la biblioteca de Hebraica de Davar y la palabra Davar se la puso Gerchunoff. Davar no es solamente su significación directa que es «la palabra», es la palabra pero como idea. La palabra que transmite algo, la palabra que nos dice alguna cosa que importa. Eso quiere decir Davar. De ahí es que se le puso ese nombre, ese nombre que le dio don Alberto Gerchunoff. Fue una maravilla, Davar, una maravilla. Y no hay ahora que yo recuerde en este momento revistas literarias. Creo que no hay ninguna. No sé si alguien sabe que hay alguna revista literaria, pero son imprescindibles porque ayudan a que haya más lectores. La revista literaria transmite las ganas de leer. Esto es muy importante.

Entrevistador: Dijo que estaba la revista Plural también.

Entrevistado: Sí, claro, eso es otra cosa. La revista Plural fue muy interesante. Durante un tiempo pudimos hacerla, pero el asunto de la revista era muy costoso. Con los avisos que se publicaban en la revista no se cubría el costo de la revista y mucho menos la distribución. Entonces significaba un aporte, un gasto muy grande para una revista y entonces estuvo un tiempo, pero después no pudo seguir saliendo, pero los números eran excelentes y está la colección, creo que también está en la biblioteca de Plural. Plural, además, no es un nombre común, es un nombre colectivo. Lo hacemos entre todos. No es casual que se llamara Plural.

Público: A ver si sacás algo más de los recuerdos, porque tenés un baúl muy grande. ¿Por qué no nombrás los actores que aparecieron, que fueron las primeras armas y llenaron los teatros con nuestras obras? A ver si te acordás quiénes pasaron por Hebraica.

Público: Los actores que pasaron por el teatro Hebraica. Yo soy prima de David Stivel y mi papá llevaba a David Stivel y a Sergio Renán, los llevaba a estudiar y a practicar. Estaban ellos en Hebraica, fueron de los primeros. Yo soy prima hermana de David.

Entrevistado: Bárbaro, prima de David Stivel. Yo fui muy amigo de David.

Público: Mi papá, hermano de la mamá de David.

Entrevistado: Éramos muy amigos. En aquel entonces, cuando éramos jóvenes, David vivía en una habitación en Sarmiento frente a la sede de Hebraica. Mi abuela vivía allí enfrente y la mamá de David se había separado y vivían con mi abuela y mi abuelo ahí enfrente al lado del colegio y mi papá siempre recordaba que lo llevaba a él y a Sergio Renán que le decían Nicki, los llevaba a Hebraica. Sergio Renán es un nombre ficticio. Sergio Renán se llamaba Samuel Cohan. Le decían Mickey. Sergio vivía a la vuelta por Pasteur, vivía muy cerca. Y David, que era Stivenberg, vivía enfrente de Hebraica en una habitación, así en un fondo, y fuimos muy amigos, hicimos muchas cosas juntos, una maravilla, porque David Stivel después cuando viajó se transformó en una persona que dirigió espectáculos, creo que en Colombia. En Colombia él estaba casado, creo que con una Miss Colombia, pero a mi casamiento vino con Bárbara Mujica, se había separado. Él había estado también casado con la actriz… y tiene un hijo, yo la verdad que estoy desconectada, Alejandro creo que se llama, Stivel, creo que vive en España y es músico. Y Bárbara Mujica era una actriz maravillosa, maravillosa. Y a mi casamiento vino con ella.

Entrevistador: Hay en la entrada del teatro hay una foto donde aparece Renán con los actores que hicieron la obra Las Criadas, que bueno, estuve el otro día con Brandoni, donde me comentó un poco, me contó lo que fue su experiencia con Renán de haber hecho esa obra, y quería conseguir alguien cercano a Stivel que me pueda también aportar un testimonio. La verdad que está buenísimo esto. Esto fue pensado para eso, para un poco compartir todos las experiencias, las vivencias que tiene cada uno, ¿no es cierto?

Entrevistado: La estudiantina. La estudiantina fue una maravilla también. Fue una maravilla. En realidad era un espectáculo creado por los socios. Los socios hacían una comedia musical con un talento… No sé de dónde salieron tanta gente que actuaba bien, cantaba bien, estaba en el escenario difundiendo una comedia que habían ensayado muy poco y cuando en realidad lo que veíamos eran ensayos generales de la misma comedia y salía bárbaro, la gente aplaudía a rabiar y la sala estaba llena. Eso de la estudiantina era una comedia elaborada y realizada por los socios. Fantástica, fantástica.

Entrevistador: Acá estamos viendo algunas fotos de archivo de esas experiencias que tuvimos en Hebraica. ¿Alguien más? ¿Algún comentario o alguna pregunta? A mí me gustaría, no sé… ¿Tenés ganas de hablar de lo que vos conocés respecto de la fundación, de la época de Einstein?

Entrevistado: Lo que puedo decir con relación a Einstein es que Einstein fue invitado por la Asociación Hebraica en 1925. No existía Hebraica. Entonces, Hebraica fue creada el año siguiente, en 1926. Einstein vino, dio unas charlas, una de ellas, según creemos, según dicen los historiadores, fue en el cine o teatro Gran Splendid, que creo que quedaba o queda en la Avenida Santa Fe.

Entrevistador: La librería, Avenida Santa Fe.

Entrevistado: Exactamente. Que habló en el Grand Splendid. Y Einstein fue el primer, como ustedes recuerdan, el primer socio honorario de Hebraica. Hebraica tuvo varios socios honorarios, todos personajes fundamentales en la historia del mundo, no en la historia simplemente reciente, sino de todo el mundo y cuando Hebraica los invitaba, venían y hablaban y les hablaban a los socios y al público en general. Cualquier entidad podía hacer eso. Uno, imagínense que Hebraica invitaba a Simón Peres. ¿Se acuerdan de Simón Peres? A Simón Peres, socio honorario, que fue socio honorario. Los nombraba exactamente, socios honorarios. Los socios honorarios de Hebraica son personajes famosos en el mundo. ¿Qué entidad privada ha hecho eso? Ninguna. Hebraica, solamente. Y hay que decirlo. Y quienes se hacen socios de Hebraica ahora deberían saberlo, porque ser socio de Hebraica es fantástico, es un enorme honor. Es un enorme honor ser socio de una entidad para toda la vida, como dije antes.

Entrevistador: Y la gente que invitó, por favor… la visita de Alfonsín.

Entrevistado: Alfonsín en 1983. Lo que ocurre es que cuando apenas terminó la dictadura, ¿a quién invita Hebraica? Al primer presidente constitucional después de la dictadura. Y Alfonsín viene a Hebraica, por supuesto, y habla. Se le entrega el premio Moisés, ¿verdad?

Entrevistador: Sí. El premio Moisés.

Entrevistado: Se le entrega a Alfonsín el premio Moisés. Era una estatuilla con la imagen de Moisés. No sé si ustedes la conocen. Esta estatuilla es muy linda y es un obsequio simbólico importantísimo. Es el más importante que entrega Hebraica. Eso se entregaba a distintas ramas, por ejemplo, no solamente a políticos: artistas, músicos. Se entregaba a personas que se destacaban en la cultura y se entregó en varias oportunidades, en actos públicos donde se invitaba a la gente, sobre todo a los socios, para que participaran. Así fue con el premio Moisés.

Entrevistador: ¿Quiénes elegían a quiénes se le entregaba el premio Moisés? ¿Quiénes eran?

Entrevistado: Había un jurado que elegía a quién se le entregaba el premio. Un grupo de directivos de Hebraica decidían a quiénes correspondía. Así fue. Pero eligieron siempre muy bien, muy bien elegidos. Eran personas reconocidas por todo el mundo.

Entrevistador: Es importante también explicar cómo era la metodología de la entrega del premio. Yo pensé que vos también formabas parte del jurado.

Entrevistado: No, no, no. No, yo organizaba la reunión, pero no formaba parte del jurado. No correspondía que yo formara parte del jurado, aunque tenía mis predilecciones. El jurado tenía que ser siempre integrado por directivos de Hebraica. Es lo que corresponde en este tipo de actos.

Entrevistador: ¿Algo más, señores? ¿Alguien se le ocurre decir algo? ¿Preguntar algo, opinar algo, contar algo que le concierne y que podamos escucharlo?

Público: Yo llegué un poquito tarde, pido disculpas, pero a través de tu relato me emocioné mucho y acabo de ver en una de las fotos a Alberto Cenderey, que contigo y otros hacedores hicieron una Hebraica espectacular.

Entrevistado: Sí, Alberto Cenderey fue una persona importante para Hebraica, muy importante y también fue elegido para viajar a Israel y tener un cargo importante en Israel. Hizo un trabajo muy bueno, fantástico.

Entrevistador: Ahí está con Simone Veil, presidenta del Parlamento Europeo.

Entrevistado: Simone Veil, ¿recuerdan ustedes? Es la que hizo, la que dictaminó la ley del aborto, Simone Veil. En un momento que acá era imposible pensar en eso, Simone Veil fue, entre otras cosas, una gran intelectual muy culta y sancionó en su país, en Francia, la ley del aborto. Una maravilla de mujer cuando habló acá. Presidenta del Parlamento Europeo.

Entrevistador: Exactamente. Fue lo que dice el señor Imel, una mujer presidenta del Parlamento Europeo. Era inédito. Fueron siempre solo hombres. Sin embargo, a Simone Veil la eligieron, creo que por unanimidad, presidenta del Parlamento Europeo.

Entrevistado: Exactamente. Estuvo en un campo de concentración.

Público: Sí, señor.

Entrevistado: Y hubo un episodio que ahora recordé: una mujer socia de Hebraica, una mujer grande, me llamó por teléfono a mí cuando supo que Simone iba a estar en Hebraica, iba a hablar en Hebraica, no me acuerdo el nombre de esta señora, pero me llamó por teléfono y me preguntó cuándo ella iba a estar en Hebraica. Le dije: iba a estar tal día, a tal hora. Y ocurrió lo siguiente. Ese día, a esa hora, esta socia de Hebraica, una señora mayor, apareció en el hall de Hebraica. Simone Veil estaba recorriendo una muestra que habíamos hecho sobre la resistencia judía, la resistencia judía durante la Shoá. No es que murieron así nomás como algunos dicen, al contrario, hubo una resistencia impresionante, impresionante. Eso puede ser motivo de otra charla. Y cuando Simone Veil llegó a Hebraica, se vieron, se vieron esta señora que no me acuerdo y Simone, se vieron y se abrazaron y estuvieron como 10, 15 minutos abrazadas. ¿Por qué? Porque habían estado en un campo juntas, en el campo de concentración de Auschwitz y habían podido zafar de la muerte y se volvieron a encontrar dónde: en el hall de Hebraica. Creo que el abrazo sigue hasta ahora, sigue, va a seguir siempre.

Entrevistador: ¿Alguien más que quiera preguntar algo? ¿Alguien que quiera hacer algún comentario? Si no, la damos por terminada. Como vos quieras, cuando vos quieras.

Entrevistado: Bueno, yo voy a pedir un aplauso para ustedes. Esto es una atención, un regalo de Hebraica para Gerardo. Un agradecimiento.

Entrevistador: Muchísimas gracias por haber venido, que lo hayas pasado bien. Gracias.

Autor

Morgan F. es miembro de la Comisión Directiva de Hebraica.

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